Amor…¿Sentimiento o actitud?
Romanos
10:14 dice: “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les
predique? RVC. Escuché decir a un amigo “el evangelismo es por relación y no
por imposición”.
La
estrategia del enemigo para destruir al mundo ha ido cambiando, ahora la
familia está siendo atacada, especialmente los hijos, por eso, para hacer
frente a la amenaza, el evangelismo debe iniciar desde la familia. El mensaje
de salvación debe transmitirse de los padres a los hijos pero no adoctrinando,
sino relacionándose con ellos; no imponiendo un evangelio sino dando el
ejemplo.
Los
hijos observan calladamente las actitudes de los padres y por eso es importante
que las parejas dentro de la iglesia estén consolidadas. Si los padres logran
influir positivamente en sus hijos para que ellos voluntariamente sigan los
principios bíblicos, entonces habrán iglesias sanas que puedan influir en la
sociedad.
Sin
embargo, la diversidad de problemas hacen que las parejas pierdan el enfoque de
su responsabilidad como padres. Problemas pequeños que no se tratan
oportunamente van creciendo hasta que dejan de ser pequeños obstáculos y se
convierten en obstáculos difíciles de sortear. La biblia está llena de consejos
y enseñanzas para las parejas.
En
efesios 5:21-33, el apóstol Pablo hace una comparativa de la iglesia con la
familia. Ambas, son dos instituciones establecidas por Dios, la primera desde
el principio Génesis 1:27-28 y la otra nace en el nuevo testamento, el día de
Pentecostés. Las dos siguen el mismo modelo en cuanto a atributos otorgados por
Dios.
Dios
crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, los bendice, o sea, les
otorga el atributo de reproducirse, multiplicarse y llenar la tierra lo que
implica ser señores de ella. La iglesia también tiene los mismo atributos, ya
que se reproduce por medio del evangelismo, se multiplica por el discipulado y
domina la tierra con el establecimiento del reino de Dios por la fe en
Jesucristo.
El
versículo 21 de efesios hace un llamado a cultivar la sumisión en el temor de
Dios. La sumisión y la consideración mutua desplazan el orgullo, la terquedad,
el egoísmo, la soberbia y la rudeza con respecto a las opiniones o preferencias
propias. Pequeños problemas crecen porque el orgullo no permite ceder ante la
otra persona, por eso la sumisión mutua es buena, porque hace desaparecer al
orgullo.
Esa
sumisión es en el temor a Dios, entendiendo el temor a Dios como una auténtica
actitud cristiana, una actitud de respeto y no de temblor. La sumisión denota
jerarquía, de otra forma reinaría la anarquía. La esposa se sujeta al esposo,
porque el esposo primero se ha sujetado a la autoridad de Dios.
La
iglesia es modelo de sujeción sin reserva alguna. Así como la iglesia respeta y
reconoce a Cristo como su cabeza, le guarda fidelidad y se somete sin reservas
a su Señor, la esposa cristiana debe comportarse con su esposo. Cristo y la
iglesia son un modelo de unión conyugal.
Desde
el Génesis, Dios establece una jerarquía en la pareja, es decir, una estructura
que permita tener orden en la familia, así como Él ordenó la creación. Delimitó
el mar, las estaciones, animales de cada especie, etc. Dios es un Dios de
orden.
Toda
institución u organización tiene una cabeza o autoridad, las empresas no se
gobiernan solas, las comunidades de fe tienen a una persona que los gobierna,
sea pastor, anciano, líder o el titulo que quieran adoptar, así también en la
pareja, el esposo adquiere esa autoridad delegada.
Debe
entenderse que esa autoridad delegada no es tiránica, sino mas bien, es una
relación de amor y sujeción uno con otro, una sumisión con tres condiciones:
amor, la voluntad y el deber cristiano.
¿Por
qué no es fácil esa sujeción? Porque somos diferentes. La desintegración social
y moral ha cambiado, la hipersexualización de la mujer la denigra, la falsa
idea de la liberación femenina ha traído pérdida de identidad delante de Dios y
de los hombres.
El
esposo, como el representante de Dios frente a la familia, merece la misma
consideración en el nivel humano que la esposa da al Señor en el área
espiritual. Pablo solamente está reiterando algo que Dios ordenó desde la
creación del hombre. Este orden reconoce la naturaleza y las características
esenciales tanto de la mujer como del hombre. El caos y la destrucción son el
resultado de desobedecer este orden divino.
El
mandato para los esposos es que amen a sus esposas así como Cristo ama a su
iglesia. Tanto ama Cristo a su iglesia que se entregó así mismo por ella. Lo
que hizo Cristo denota el amor del Esposo elevado a los más alto. El amor no es
un simple sentimiento, puesto que amor implica acción y a veces cuando el
sentimiento no existe. Un buen ejemplo de ello es la parábola del buen
samaritano.
Es
por eso que a los cristianos se les manda a amar. Como sentimiento es imposible
hacer del amor un mandamiento; pero como acción si lo es.
Para
ilustrar qué clase de amor el esposo debe demostrar por su esposa, Pablo lo
compara con el amor de Cristo por su iglesia. Cristo se entregó así mismo para
santificar a la iglesia y purificarla, la purificó en el lavamiento del agua
por la palabra. Lo hizo para presentársela así mismo como una iglesia gloriosa,
santa e intachable, sin mancha ni arruga, ni nada semejante.
Así
como Cristo, también los esposos deben amar a sus esposas como su propio
cuerpo. Cristo es el modelo perfecto para el esposo. Una iglesia santificada y
pura, es una iglesia saludable y segura, por eso también el esposo, debe velar
por la salud y seguridad de su esposa e hijos. El esposo debe sacrificarse por
su esposa e hijos y lo que implica morir a sí mismo, o sea, darle prioridad
siempre a la familia. El esposo debe ser honorable y justo.
La
iglesia a su vez, es el modelo perfecto de la esposa. La iglesia tiene una
cabeza que la representa, es el modelo de fidelidad conyugal y de sujeción sin
reserva alguna. Ninguna mujer tendrá problema en sujetarse a su marido si éste
es amoroso, vela por suplir sus necesidades emocionales, materiales y
espirituales, le da la prioridad y está siempre dispuesto a apoyarla en la
salud y en la enfermedad.
En
la relación marital, dice la palabra que somos un mismo cuerpo. El amor de la
pareja apela al cuidado afectuoso que uno mismo da a su propio cuerpo. La pauta
para ese pensamiento está en el hecho de que nadie abusa de su propio cuerpo,
sino que lo cuida y sustenta, tal como Cristo lo hace por su iglesia
El
enemigo ha robado la identidad de los jóvenes, niños y adultos, quitándoles el
amor que deben tener por si mismos. Promiscuidad, abusos y un sinfín de
comportamientos antiéticos, desvalorizan a la raza humana, lo que hace que sean
incapaces de amarse a si mismos, entonces; cómo podrán amar a otros.
El
matrimonio no debe establecerse solamente en el amor que se descubre en el
noviazgo, ni en la ilusión del cuento de hadas de vivir felices por siempre.
Mas bien, en la responsabilidad de conocer que el matrimonio conlleva
responsabilidades que nos afectan a unos y a otros por igual y que nuestras
acciones siempre traen consecuencias.
La
pareja y la familia, al igual que la iglesia, debe prestar atención al modelo
establecido por Dios, un modelo de amor y de paternidad sabia y responsable que
da como fruto hijos obedientes y temerosos de Dios.
Una
esposa que se sienta cuidada, amada y respetada, otorga voluntariamente su
sumisión y honra al esposo.
Por
eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer. Esta es la
parte práctica de todo el argumento de Pablo. “por esta causa”. El hombre se
desprende de la seguridad del seno paternal, así como nuestro Señor se despojó
a si mismo de su gloria para unirse a su iglesia. Agustín dijo “ama a Dios y
haz lo que quieras”.
Cuando
la pareja se pone de acuerdo y se vuelve un solo ser y en un solo sentir,
milagros suceden. Se ve la gloria de Dios y somos testimonio para el mundo.
Pero antes debemos amar a Dios.
Al
respecto, Eclesiastés 4:9-12 dice: “dos son mejor que uno, porque sacan mas
provecho de sus afanes. Si uno de ellos se tropieza, el otro lo levanta. ¡Pero
hay de aquel que tropieza y no hay quien lo levante! Si dos se acuestan juntos,
mutuamente se calientan; pero uno solo no puede calentarse. Uno solo puede ser
vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe
fácilmente”.
Las cosas viejas
pasaron, todas son hechas nuevas. Talvez puedan estar pasando problemas o
pruebas en su matrimonio pero recuerden que para Dios no hay imposibles y que
Él puede hacer un milagro. ¿Quieres que tu matrimonio mejore?, entrégale tu
vida a Cristo y deja que Él te ame primero.
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