El púlpito no debe ser un castillo de los cobardes
“No permitamos que nuestra predicación directa y fiel
degenere en regaños a la congregación. Algunos llaman al púlpito Castillo de
los Cobardes, y tal nombre es muy propio en algunos casos, especialmente cuando
los necios suben a él e insultan impúdicamente a sus oyentes, exponiendo al
escarnio público sus faltas o flaquezas de carácter”
El sermón debe ir cargado de amor
y misericordia, respaldado por horas de preparación y oración. Un pastor que
utiliza el púlpito para regañar o evidenciar las faltas de sus ovejas no es
apto para el ministerio.
El ministerio pastoral está lleno
de responsabilidades y no puede descuidar ninguna de ellas, sin embargo “entre
las variadas responsabilidades asignadas a un pastor, la de predicar se
mantiene a la cabeza en importancia sobre el resto” (MacArthur,
2005) .
Las comunidades de fe están llenas
de personas con necesidades y problemas. Muchas de ellas necesitan ser
restauradas no regañadas ni evidenciadas públicamente. Por lo tanto, el púlpito
no debe ser un castillo de cobardes sino de hombres valientes y abnegados, que
entienden su responsabilidad como pastor y saben llevar el mensaje del
evangelio.
El pastor amoroso entiende que el
mensaje del evangelio es llevar al conocimiento de Cristo a todos aquellos que
andan perdidos como ovejas sin pastor, a merced de animales salvajes esperando
el momento de devorarlos. ¿Cómo,
pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin
haber quien les predique? Romanos 10:14 (RVR 1960).
El púlpito no debe ser un castillo de cobardes, debe ser un
lugar donde el pastor diligente predique el fundamento apropiado. “Si la
predicación ha de jugar el papel que Dios le asignó en la iglesia, debe
construirse sobre la palabra de Dios…Por desgracia, eso ya no sigue siendo
cierto, incluso en las iglesias evangélicas. Mucha predicación de hoy enfatiza
la psicología, el comentario social, y la retórica política” (MacArthur, 2005) .
El sermón expositivo ha pasado a un segundo plano. El
acomodamiento, la poca preparación o el interés personal, son solo algunos de
los factores que pueden estar detrás de la desaparición del sermón expositivo
de la biblia.
Rebeca Radillo escribe en su libro Cuidado Pastoral, que “la
iglesia está compuesta de pecadores arrepentidos y dependientes de la gracia de
Dios para su diario vivir”. Y es precisamente en la biblia donde pueden
encontrar respuesta a sus diferentes problemas y necesidades. Por eso el pastor
debe invertir tiempo en preparar un sermón y tener su oído atento a la voz del
Espíritu Santo, para discernir la necesidad de las ovejas que están a su
cuidado.
El apóstol Pedro escribió esta recomendación a los ancianos.
“Ruego a los ancianos que están
entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de
Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad
la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando
de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta,
sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey” 1 Pedro 5:1-3. (RVR 1960).
El predicador debe estar
comprometido en trabajar duro para predicar y enseñar la palabra inspirada por
Dios. El principio bíblico de 2 Timoteo 3:16 es aplicable para nuestro tiempo.
Toda la escritura es inspirada por Dios, siendo útil para enseñar, redargüir,
corregir e instruir en justicia. Pablo agrega en Romanos 2:1. “Por tanto tu que
juzgas a otros, no tienes excusa, no importa quién seas, pues al juzgar a otros
te condenas a ti mismo, porque haces las mismas cosas que hacen ellos” (Reina
Valera Contemporánea).
El predicador comprometido con su
Señor se verá primeramente confrontado a sí mismo por medio de la palabra, el
sermón le hablará primero a él y eso le permitirá comprender el corazón de los
hermanos, acompañado de oración y ayuno, el sermón será lleno de amor,
misericordia y el poder del Espíritu Santo. Será un mensaje que enseñe,
redarguya, corrija e instruya en justicia.
Será un sermón que lleve el
mensaje de salvación, un sermón que hará llegar el reino de los cielos a
aquellos que están inmersos en el reino de las tinieblas, dando libertad a los
cautivos, levantando a los caídos y sanando las heridas más profundas de los
enfermos. El pastor tendrá el poder y la forma.
Por último, el mensaje del
evangelio es un mensaje de amor y esperanza. Ya no hay más condenación para los
que están unidos a Cristo Jesús. Hagamos del púlpito un castillo de valientes,
desde donde pueda predicarse la sana doctrina y el mensaje de salvación, porque
el justo por la fe vivirá.
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