Responsabilidades del pastor (parte uno)
Con el vehemente deseo de hacerse pastor, debe tenerse la aptitud de enseñar, y en cierto grado, las otras cualidades necesarias para el desempeño del cargo de instructor público.
Charles H Spurgeon.
Enseñar
Oseas 4:6
Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio; y pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. (Oseas 4:6. Jubileo 2000).
Análisis básico del texto
Cuando me refiero a no dar el enfoque correcto, es porque en muchas oportunidades el mensaje o enseñanza deja toda la responsabilidad al pueblo -la congregación o los oyentes- olvidando que es responsabilidad del sacerdote -Líder- enseñar al pueblo. Si el pueblo perece por falta de conocimiento, es porque el líder no está transmitiendo ese conocimiento.
Aunque en el Antiguo Testamento “pueblo” hace referencia a Israel, debemos también considerar que Israel como pueblo de Dios, es figura de la iglesia universal.
“Este pueblo -en referencia a Israel- era figura de la iglesia, que en Cristo y por el pacto hecho en su sangre llega a ser el único y definitivo pueblo de Dios. Este pueblo es universal, santo, histórico, profético, sacerdotal, servidor, y está socialmente estructurado en la iglesia como estructura visible” (Diccionario Hispanoamericano de la Misión, 1997, p. 251).
Pero, ¿de qué conocimiento habla el profeta?. El versículo 1 del mismo capítulo de Oseas da una luz…”Hijos de Israel, ¡oigan la palabra del Señor! El Señor ha entablado un pleito contra los habitantes de la tierra, porque ya no hay en la tierra verdad ni misericordia, ni conocimiento de Dios” (RVC).
Los sacerdotes, responsables de enseñar la ley, habían perdido el rumbo, por eso en referencia al hecho, Alberto Colunga. Y Maximiliano García Cordero, en su biblia comentada mencionan: “El castigo de Dios caerá sobre ellos sucesivamente, como se suceden el día y la noche. Y todo ello se debe a que hacen perecer al pueblo con su mal ejemplo y su falta de interés en corregirle, pues lo que le falta al pueblo es conocimiento de Dios".
En la actualidad, se ha generalizado que muchos miembros de diferentes comunidades de fe comenten que el interés del liderazgo está en enseñar cualquier cosa menos la Biblia, sabiendo que es ahí donde se encuentra la palabra inspirada por Dios, la cual es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (RC 1960).
Si es verdad o no que en algunas iglesias no se enseña biblia, no es un asunto a discutir, lo que si es cierto es que el líder o pastor debe estar capacitado para enseñar la sana doctrina, como parte de su llamado a apacentar a los corderos y ovejas que Dios ha puesto bajo su cuidado. Si el alimento es bueno, tendrá ovejas sanas que den buena lana, serán árboles frondosos, tendrá un pueblo que no podrá ser llevado por cualquier viento de doctrina porque fue instruido en el conocimiento de Jesucristo.
Conceptos humanistas han ido penetrando sutilmente a la iglesia, movimientos sociales han argumentado conceptos totalmente opuestos a la ética cristiana y por falta de conocimiento han ido siendo aceptados y en algunos casos incluidos dentro de la liturgia.
El principio de la sabiduría es el temor a Jehová. El estudio de la palabra debe ser de interés personal, sin embargo, también es necesario que desde el púlpito se enseñen principios cristianos basados en las Escrituras, que preparen al individuo y le ayuden en la toma de decisiones porque siendo sinceros, muchos de nuestros fracasos son por tomar malas decisiones en cuestiones que están claramente definidas en la palabra de Dios o bien, conociéndolas, se ha perdido el temor a Jehová.
El pastor que pretende enseñar la palabra, debe estudiarla primeramente. “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4:16 (RV 1960)
Finalizo con las palabras de Charles Spurgeon: “No todos son llamados al trabajo de predicar o de enseñar, a ser ancianos, o a desempeñar algún otro cargo de importancia; ni todos deben aspirar a trabajos de esa naturaleza, puesto que las dotes necesarias para ello no se han prometido en ninguna parte a todos; pero sí, deben entregarse a tan importantes tareas, los que como el apóstol, conozcan haber recibido este ministerio” (Discursos a mis estudiantes, p 14).
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