¿Es la Biblia inspirada por Dios?
La Biblia es la palabra
de Dios, el libro de Dios. “éste es el mensaje de Dios para el hombre y no el
mensaje de hombres a otros hombres, y mucho menos el mensaje del hombre para
Dios”[1], debemos entenderlo así.
Para el Doctor en Teología
Rigoberto Gálvez, “la fuente primaria de la teología es la Biblia como
revelación y como autoridad de la revelación”[2]. Si la Biblia es esa fuente
primaria, entonces el leerla, estudiarla y vivirla debe ser parte de la vida
cristiana, de otra forma el cristiano estará a expensas de doctrinas y pensamientos
filosóficos que lo apartaran de la fe.
El apóstol Pablo lo afirma
en su segunda carta a Timoteo: “Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”[3]. Para el apóstol, la Escrituras
tienen una autoridad divina que por principio pasa a ser una verdad para
nosotros hoy, decir lo contrario sería negar esa inspiración.
Como se explicó antes, Dios se ha revelado en su palabra, es decir,
sabemos que Él existe y además conocemos de Él por lo que en ella está escrito
y ha querido revelarse al hombre, es por eso que “consultamos su revelación para
saber lo que Él nos ha revelado de sí mismo, y para conocer la relación que
guarda con sus criaturas”[4].
Sin embargo, vale la pena diferenciar las palabras revelación e
inspiración. Veamos algunas definiciones.
“En su uso teológico, la
palabra revelación está limitada al acto divino de comunicar al hombre lo que
de otro modo éste no podría saber… está, por necesidad y en gran manera,
subordinada a agentes y medios sobrenaturales”[5].
O sea, la Biblia hace que
Dios deje de ser para nosotros los cristianos el Dios desconocido de los atenienses y sea el Dios anunciado por Pablo. “Pablo se puso entonces en medio del Areópago, y dijo: Varones atenienses, he observado que ustedes son muy religiosos. Porque al pasar y observar sus santuarios,
hallé un altar con esta inscripción: Al Dios no conocido. Pues al Dios que
ustedes adoran sin conocerlo, es el Dios que yo les anuncio”[6]
Revelación es “la acción por la cual Dios se da a conocer a sí
mismo”[7]. “Revelación se refiere al acto mediante el cual Dios da a
conocer lo que no podría saberse de otra manera”[8]
La doctrina de la revelación, en la teología cristiana, es que
Dios se ha dado a conocer al hombre
así como las verdades pertinentes a sí mismo. Se acostumbra dividir el tema de
la revelación en «general» y «especial». La revelación general incluye las
evidencias para tener fe en Dios aparte de Cristo y la Biblia. El tema de la
revelación especial ordinariamente se subdivide en el estudio de Cristo en su
encarnación y en el estudio de la Biblia como la Palabra inspirada de Dios.[9]
Ya se ha definido la palabra revelación, y como ha podido leerse,
se relaciona a Dios y a lo que Él en su soberanía divina, ha querido dar a
conocer al hombre.
Ahora bien, ¿Cómo nos llegó esa revelación divina? Por la inspiración,
que “es el vehículo mediante el cual llegó al hombre la revelación especial de
Dios… Fue el medio que Dios usó para incorporar su revelación en la Biblia”.[10] “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que
los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”[11].
Además:
Exhalación sería una palabra mejor. La palabra inspiración está
bien establecida en el uso teológico y no se puede cambiar fácilmente. La
definimos, entonces, como la obra del Espíritu Santo de Dios, al hacer que los
autores de la Biblia escribiesen la Palabra de Dios sin error. Los escritores
fueron inspirados en el sentido de que el Espíritu Santo obró por medio de
ellos. Las Escrituras son inspiradas en el sentido de que son el producto de la
obra del Espíritu Santo por medio de los escritores.[12]
Para
comprender mejor la relación de inspiración con la exhalación, Justo
González define inspiración desde la etimología de la palabra, escribiendo que “se deriva del
término latino que significa respiración, y es un modo común de traducir lo que
se dice en 2da. Timoteo 3:16 en el sentido que toda escritura es respirada por
Dios (en griego theopneustos).[13] Aunque a
esta definición considero bueno agregar que: “como Warfield dice, la palabra
tal como la usamos es engañosa. Parece enseñar que Dios había soplado dentro de
las Escrituras, no siendo esto el significado de la palabra original… las
Escrituras son exhaladas por Dios. Son la mismísima Palabra de Dios, el
producto de la acción creadora de Dios”.[14]
Revelación e inspiración son dos términos que comúnmente se
confunden, por eso se han definido ampliamente.
Por último, la Biblia es la palabra de Dios revelada por medio de
aquellos santos hombres que inspirados por Dios, escribieron el Antiguo
Testamento en hebreo y el Nuevo Testamento en griego, en los cuales encontramos
los mensajes de los profetas, las palabras de Jesús y el testimonio de los apóstoles.
Que la Biblia esté
inspirada por Dios no significa que Dios hubiera dictado cada una de las
palabras que la conforman, significa que estableció una comunicación especial
con cada uno de los escritores para que escribieran (inspiración) lo que Él
quería que quedara registrado en ella (revelación).
[1] Chafer Lewis. (1974). Teología Sistemática
Tomo I, p 23. Dalton, Georgia: Publicaciones Españolas.
[2] Gálvez Rigoberto M. (2015). Para
entender la Teología. Una introducción a la teología cristiana, P 33. Barcelona:
Clie.
[3] 2 Timoteo 3:16-17. Reina Valera Contemporánea.
[4] Berkhof Luis. (1949). Teología Sistemática,
P 3. Michigan: Grand Rapids.
[5] Chafer Lewis. (1974). Teología Sistemática
Tomo I, p 49. Dalton, Georgia: Publicaciones Españolas.
[6] Hechos 17:22-23. Reina Valera
Contemporánea.
[9] Buswell Oliver. (1962). Teología
Sistemática, Tomo I, p 175. Nashville, Tennessee: Zondervan Publishing House
[10] MacArtur John. (2009).
La predicación, p 126. Nashville,
Tennessee: Grupo Nelson
[11] 2 Pedro 1:21. Reina Valera Contemporánea.
[12] Buswell
Oliver. (1962). Teología Sistemática, Tomo I, p 176. Nashville, Tennessee: Zondervan Publishing House.
[13] González Justo. (2010). Diccionario
Teológico. Barcelona: Clie.
[14] Buswell Oliver. (1962). Teología
Sistemática, Tomo I, p 176. Nashville, Tennessee: Zondervan
Publishing House.
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